Subida al Calvario de David Hurtado

Esta semana os traigo una marcha que captó mi atención desde su primera audición: Subida al Calvario, de David Hurtado Torres. Inspirada en el cuadro homónimo de Tintoretto, el autor hace la siguiente descripción de la obra:

Subida al Calvario.

Subida al Calvario.

Tenemos que pintar una ascensión al Gólgota digna, me dijo Tintoretto. Cuando empecé a observar el camino trazado por el pincel del pintor me percaté de lo que él consideraba dignidad en el suplicio. El camino hacia la muerte, por más que se diga, nunca se muestra como digno. Hay en ese trecho venturas y desventuras, y cada quien las sortea a como dé lugar. Tintoretto deseaba una ascensión pormenorizada, donde no faltara el detalle del tropiezo, la pesadez de los maderos arreados por los culpados, los espectadores de una ceremonia macabra, los acompañantes voluntarios no creyendo todavía lo que ya ha sido anunciado.

Tintoretto ha pintado una agonía que ha iniciado mucho antes de que los clavos horadaran pies y manos, de que los cuerpos de los ajusticiados quedaran tendidos sobre el madero, entre un cielo que se resiste a llevarlos y una tierra que ya los ha alzado en su pedestal.

Uno de los tres ajusticiados parece tener más empeño en la subida, ese tal que dicen que su delito ha sido convencer a la gente de que sea buena, pero de que no se deje engañar. Eso es lo que comentan los curiosos. Unos lo habían visto en otras ocasiones, otros era la primera vez que lo contemplaban, arrastrando ahora su madero. Ni unos ni otros comprendían. Por ser bueno no se mata a nadie, comentaban los segundos. Y se fijaban en los semblantes de los otros dos ajusticiados, con cara de terror, con cara de blasfemia, con amargura en el semblante, con ganas de rebeldía continuada. Esos sí, decían, unos. Ni esos ni nadie, comentaban otros. Tintoretto ha querido dejar plasmado en el lienzo ese momento de la caminata forzada, obligada, hacia una muerte nunca aceptada.

No sólo hay un Cirineo, hay más. Cada reo ha conseguido el suyo. Pero eso no obsta para que los maderos sigan pesados, insoportables. Es preferible quedar en el camino, piensan los dos de atrás. Por eso avanzan más retardados, con menos ganas de llegar.

Jesús anda ya casi en el último trecho. Algún tropezón más, alguna caricia más, inclusive, de quienes a él osan acercarse. Alguna mirada de no se preocupen, la suerte está echada, está cumpliéndose, paso a paso, lo que había sido anunciado: como cordero llevado al matadero. Arrastrado. Una soga azuzándolo para que no se desmorone antes de tiempo.
– Eso es lo que yo llamo dignidad –me dice Tintoretto.

Los pinceles de los pintores conservan siempre la dignidad que les dicta el momento de la luz, el momento de la oscuridad, el momento de la llegada. También los estandartes intentan poner dignidad en la sentencia. No se trata de la exaltación de la muerte sino del cumplimiento de la ley. Eso dicen los estandartes, eso dice este camino empinado, tortuoso, de mal andar, inventado por el pintor.

Pocas energías quedan ya para el último tramo. Cuando alcen las cruces habrá menos sangre en los cuerpos y el final será más rápido. Pareciera ésta una forma de compasión, pero no. Tintoretto asegura que no, que eso es lo que menos importa a quienes no preocupa esta muerte. Y tal como el camino transcurre, pareciera preocupar a muy pocos.

El Calvario como elemento de inspiración nos ha dejado -y dejará- grandísimas obras en todas las artes a lo largo de los siglos. Muestra el camino cuando la vida se hace tan pesada como insostenible y la muerte es un fin no deseado pero necesario. Y esta marcha es un ejemplo más de cómo hacernos sentir con música actual algo tan humano como esa duda infundada de si continuar o volver atrás que tendremos todos cuando el sendero se acorte y el fin de esta vida sea más que evidente. Suena, Subida al Calvario:

Interpreta la Banda de Música del Maestro Tejera.

Vídeo gentileza del usuario de Youtube Antojeju

Fuente: http://www.patrimoniomusical.com/foro/viewtopic.php?t=2864&highlight=subida

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